Este primer número, que incluye referencias puntuales y utilísimas al nuevo ordenamiento familiar que se irradiará a toda la práctica jurídica desde el reciente Código Nacional de Procedimientos Civiles y Familiares, no se halla exento de poesía. Metafórica y literalmente, algunas de nuestras plumas más capaces y talentosas se hacen cargo de develarnos la belleza que puede encontrarse aún detrás de un velo obsesivamente complicado y que muchas veces implica a personas que, por su edad, sufren condiciones que no pueden considerarse siquiera cercanas a un mínimo de Justicia y empatía. La Literatura contribuye, qué duda cabe, a tornar más humanas las frías consideraciones del expediente judicial.